Día de los Trabajadores
“Se acaba la dictadura militar, se acaba el hambreobrera. Se acaban las fábricas muertas. Se acaba el imperio del dinero sobre elesfuerzo de la producción”: con estas palabras Ricardo Alfonsín cerraba sucampaña presidencial de 1983.
Como sabemos, la innegable voluntad patriótica delprimer líder que dirigió la república reconquistada no alcanzó para cumpliresas elevadas metas. En el mundo entero rige un sistema económico queprivilegia a la especulación financiera y a la acumulación de capital sobre elesfuerzo de quienes trabajan y producen. Y nuestro país no es una isla remota einaccesible. La razón brutal del sistema acabó con ese primer intento de lograruna sociedad más justa. Siguió un período de ignominia, en el que se vendió aprecio vil la soberanía argentina. Luego, todos recuerdan la hecatombe con laque se inauguró el nuevo milenio, catástrofe que fue a la vez eco y preludio detantas otras que sacudieron al sistema dominante en todo el mundo. El procesoque estamos viviendo en nuestro país y en la mayor parte de Sudamérica es elresultado de esas explosiones populares. Todo lo bueno que se ha hecho y sesigue haciendo (castigo a los genocidas, recuperación de nuestros recursosnaturales, leyes contra la discriminación, etc.) no es el resultado de laacción de unos pocos líderes o de un partido. El poder político depende de una masa vigilante de trabajadores que nodejará que la historia de entrega y traición se repita. Y en este sentido,podemos decir que por una vez estamos a la vanguardia en el mundo. Mientras enEuropa se rebajan salarios y se recortan pensiones, conculcando la soberanía delos países más débiles, como Grecia, Irlanda, Portugal y España, en estastierras los trabajadores no soportarían ningún atropello de esa naturaleza,cosa que los gobiernos bien lo saben. Hoy los mandatarios de Sudaméricagobiernan con el recuerdo fresco de las puebladas que estremecieron elcontinente a comienzos del milenio. Hubo, a comienzos de 2001, un ministro quedecidió recortar en un 5 % el presupuesto de las universidades públicasargentinas. Las masivas movilizaciones de docentes y estudiantes lo hicieronrenunciar a las dos semanas de asumir. Las huelgas y disturbios que siguieronenterraron al neoliberalismo en la Argentina. Habría que ver quién se atreve adecir, como se hace hoy con todo descaro en Europa, que la crisis se debe a quelos trabajadores o los jubilados tienen ingresos excesivos, y que hay querecortarlos para salvar la República.
¿Y qué misión puede ser más digna que la de contribuira que la conciencia del pueblo se mantenga alerta y en defensa de una vidadigna para todos? Nuestra tarea debe ser formar ingenieros que no sean merostécnicos especialistas en un pequeño rincón del saber. Nuestros ingenieros sontrabajadores, orgullosos de pertenecer a la clase que construye con su esfuerzolaborioso el futuro de la nación. Y en este centro de estudios, que nació como Universidad Obrera, estamos orgullosos de nuestro origeny del espíritu que guió su creación. Esto es, dotar a los trabajadores demayores conocimientos, de más cultura, de más dignidad, de mayor conciencia desu papel como constructores de un mundo nuevo.
Los historiadores liberales nos han contado unahistoria forjada por unos pocos héroes elegidos por el destino, pero, como dijoHelen Keller, “lo que mueve al mundo noson los potentes brazos de los héroes, sino la suma de los pequeños empujonesde cada trabajador”. Y todos nosotros, trabajadores, ya seamos docentes, investigadores, médicos, ingenieros,albañiles, plomeros o agricultores, hacemos de este país y de este mundo unlugar donde es posible vivir. A pesar de la codicia de los que tienen todo peroquieren aún más. Por ello, compañeros trabajadores, nuestro deber esinstruirnos, reflexionar y estar vigilantes. Algún día, el mundo que estamosconstruyendo será nuestro. Felicidades para todos.
Walter Fabián Soria
Decano UTN - FRT